Hace pocos días, hablando con unos amigos hípicos,
recordamos aquel viaje que fatalmente no pudo hacer Chiquirín, a la disputa del
Jockey Club Gold Cup, donde iba a enfrentar en Belmont Park, Spectacular Bid y
a otros grandes de aquellos momentos en los Estados Unidos.
Según lo que pudimos sacar de esto, es que se había
conseguido embarcar a Chiquirín siete días antes del clásico, solucionar
problemas de cuarentena, y que el alazán corriera como la hace cualquier crack
peruano en un Pellegrini o un Latinoamericano. Es decir, llegar, galopar y
correr.
Los detalles de aquel viaje que se frustró casi
increíblemente ya que propietario determinó no viajar, no son objetos de esta
pequeña crónica. Lo que si queremos recordar es aquel extraordinario momento
por el que pasó, aquel hijo de Chacal y La Minita, del stud Las Alitas, que
alborotó al Monterrico del 79, y que era, en esos días de Agosto y finales de
aquel año, han pasado ya 41 años, un compendio de enorme capacidad corredora y
de una plenitud y potencia espectaculares.
Estábamos viendo en
ese momento, a un Chiquirín completo, que no lo fue al comienzo de su campaña,
ni luego de aquel viaje frustrado, cuando el caballo se alcanzó y tuvo que
“manejarse” hasta el final, sin alcanzar la plenitud de esos meses de 1979.
¿Qué estaba pasando
con aquel Chiquirín de novela que llegó una mañana al corral del
recordado Miguel Arteta, sin cartel y con una fama de mañoso, al que
prácticamente nadie podía considerarlo?
Que había alcanzado su mejor nivel. Ese Chiquirín que no
quería acercarse al partidor eléctrico, se fue amansando poco a poco y ya en
sus primeros vareos, mostro que tenía la primera condición que necesita un
caballo para ser crack: ser corredor.
Luego, la noche de su debut, todo quedó confirmado porque
Chiquirín se quedó parado pero igual ganó, atropellando violentamente y en una
carrera de 1000 metros.
COMO
EL AVE FÉNIX
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De un plumazo, el Chiquirín oscuro y segundón, paso a
convertirse en una figura de primera de su generación, pero no era, ese 79, una
generación de tres años normal. Chiquirín tenía que alternar con potrillos de
lujo como Golden From, Piz Buin o Anid. Y cuando el primero de ellos tuvo que
ser puesto de para y se quedó sin correr las Coronas, apareció Vaduz y su
tremenda capacidad corredora y ganadora.
Fue justamente este lujoso alazán, hijo de Sepoy y
Vayesmere, el que lo ganó en la Polla, Ortiz de Zevallos y Derby Nacional.
EXTRAORDINARIO
1979
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Pero entre el 17 Junio y 29 de Julio, Chiquirín siguió
progresando e ingreso a un momento que fue tremendo. Entonces, comenzó a
llevarse a los rivales por delante, a marcar registros sensacionales y a ser un
espectáculo cuando galopaba cualquier mañana de aprontes o cuando salía a la
pista a competir.
Ese Chiquirín le ganó por casi once cuerpos y haciendo
galope largo a Señor López en el Independencia, con 2’30”3/5 para los 2400
metros, en la pista de arena de esos años, marca que era buenísima,
acordándonos que Chiquirín había perdido el Derby en 2’33”1/5.
Y luego el “Mariano Ignacio Prado” de agosto, casi dejó
fuera de poste a todos sus rivales, con 2’44” de tiempo total para los 2600 metros. El no había sido
apurado en ningún momento por el jinete de sus grandes tardes, como Melanio
Rojas.
Y veinte días más tarde, le salió Vaduz a enfrentarlo en el
clásico de Los Propietarios, pero Vaduz llegó a punto de lesionarse y encima se
golpeó al partir. Pero Chiquirín preparado para “matar” y Melanio Rojas
mentalizado para que su caballo diera todo de sí, salieron a corre sin pensar en Vaduz ni en
sus problemas.
Y Chiquirín puso 2’43”1/5 y dejo fuera de poste a Don Arturo
y por su puesto a Vaduz, acotando que el apronte previa a esta carrera, el hijo
de Chacal pasaba 1000 en 58”3/5 y ya parando, completó hasta los 1700, 1’41”1/5 los 1100.
Fue por ello que se hizo tanta fuerza que Chiquirín pudiera
viajar, fatalmente no se hizo, pero nos quedó la idea que hubiera sido la
segunda vez en la historia, (primero fue
Santorín ), que los aficionados norteamericanos hubieran visto a un
crack peruano “ de verdad”.
Entonces, con el viaje frustrado, Chiquirín comenzó a ser
alistado para los 3000 metros del Clásico Gran Premio Nacional Augusto B.
Leguía. Ya le surgían problemas de manos, que tenía unos hongos en las
cuartillas que ya comenzaron a repercutir en la producción del corredor alazán.
Y ante un lote nada especial y con sólo 2 competidores como
lo era Palm Road y Tutor. Entonces, todo salió como se preveía. Chiquirín con
Melanio Rojas, ya echo un dúo de “polendas”,
cumplieron con derrotar con toda facilidad a Palm Road y Tutor. El
querido alazán de las Alitas, marcaba el tiempo de 3’16”2/5 y dejando a 11
cuerpos ½ a Palm Road.
Y sólo 7 días después en otro verdadero espectáculo de hijo
de Chacal, “masacraba” a sus rivales y derrotaba a un corredor como Límite que
tuvo que cargar con 62 kilos, y lo dejó a más de 14 largos en los 2500 metros
del tradicional Clásico “La Copa”. El preparado por Miguel Arteta se encontraba
en el momento cumbre de su campaña, cerrando espectacularmente y sin atenuantes
el 79, dejando a 11 cuerpos a Miriada en los 2400 metros del Jockey Club del
Perú.
LO
QUE VINO DESPUÉS
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Lo que vino después fueron altibajos del hijo de Chacal,
pero siempre dejándolo todo en la cancha. Como no recordar sus inolvidables
encuentros con una máquina corredora como Golden Form que simplemente lo ganaba
todo, allá por 1981 y que si bien fue derrotado en todos esos ilustres
enfrentamientos, fueron competencias llenas de calidad, los cuales abarrotaban de
aficionados el Hipódromo de Monterrico.
Aquel Chiquirín de Agosto y finales de 1979 fue un fenómeno,
y en realidad, tenemos que ser claros,
en toda su generosa campaña. Fue por ello que el maestro ROBALCA tituló
en su obra maestra “A Mis Amigos Los Caballos”: “Chiquirín, Monumento al
Coraje”, título que coincide con todos los que pudimos gozar con cada una de
las competencias de un caballo de “origen humilde”, pero lleno de un corazón
inmenso.
LA CAMPAÑA
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EL PEDIGREE
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EL
VÍDEO
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