¿Cómo nació el Jockey Club del Perú?, definitivamente es un
tema muy largo pero, a su vez, muy apasionante de investigar, pues contiene
antecedentes definitivamente muy interesantes e históricos.
Hasta 1946, las carreras de caballos en el Perú, las
organizaba una entidad con fines de lucro que se llamaba el Jockey Club de Lima.
Era simple y llanamente un negocio de uno o varios particulares.
Eran años donde habían ganas de progreso y donde habían
propietarios que deseaban salir, de una hípica pequeña y de familia, donde la
crianza del caballo peruano era mínima, para proyectarla digamos hacía mejores
horizontes.
Pero había un evidente escollo. Los premios que tenían que
elevarse porque ya llenaban el hipódromo de San Felipe los célebres Postin,
Harvest Moon y Aretino y la recaudación aumentaba para el bien de todos los
estratos de una actividad que comenzaba a reunir gente que ya lo tomaba como su
modo de vida, chocaban con los intereses de quienes querían que todo continuara
como antes.
Fue debido a ello que se llegó a la ley 10345 que fue la que
dio origen al Jockey Club del Perú. Porque los propietarios peruanos expusieron
el caso ante la Presidencia de la República, gobernaba el país José Luis
Bustamante y Rivero y ante el Congreso de la República y lograron sentar las
bases de una ley que fue promotora de un formidable progreso. Porque eso fue la
estricta verdad.
Se nombró una junta ejecutora de la citada ley que creó al
que se llamó Jockey Club del Perú, que fue y es una entidad sin fines de lucro,
que organizaba el espectáculo que repartía lo que recibía a propietarios,
profesionales, empleados, obreros, etc, y por su puesto el estado.
Poco después, se constituyó propiamente el Jockey Club del
Perú, y comenzaron a elegirse Comités Directivos por votación universal entre
los socios cada año, sujeto a relación, y luego cada dos años con reelección a
cuatro. Como hasta el momento, asegurando y afirmando un espíritu democrático
que no se ha perdido.
Los resultados fueron espectaculares. En aquellos años de
los 40, los caballos argentinos copaban los grandes clásicos y también los
chicos y el Jockey Club de Buenos Aires donaba todo premio que llevara su
nombre para incentivar la hípica y también las importaciones de caballos
argentinos, a los “peruanitos” que recién se encontraban comenzando.
Postín y compañía fueron a los criaderos que comenzaron a
perfeccionarse. Hubo honestidad y buenos gobiernos. A los seis o siete años, se
pudo, con rentas propias, construir el Hipódromo de Monterrico.
10 ó 12 años, ya corrían los caballos peruanos de igual a
igual en Lima, con los argentinos y chilenos. A los 14 años, Pamplona les ganó
a todos los argentinos en el mismísimo Buenos Aires. El progreso había sido
rotundo.
Lo que fue luego ese tremendo avance de los años 50, la
inauguración en diciembre del 60, del nuevo hipódromo de Monterrico y de lo que
significó esa década, en la cual creció la crianza y se mejoraron los sistemas,
los cuales dieron sus frutos en los años 70’s. De cuatro o cinco criadores, las
cifras, la cifras saltaron a 15 y luego a los veinte.
Porque Santorin y Flor de Loto, así como Maidenform, Antinoo
(todos ganadores en Argentina en los 70’s), así como Flaminio, Flor de Loto
(Uruguay) y cracks que ganaron internacionales en Lima en esos años (Tenaz,
Ups, Cabeto, etc) fueron la resultante del progreso que significó Monterrico y
de la estabilidad con las que se dejó manejar las carreras de caballos.
Porque los criadores pudieron sacar esos ejemplares luchando
contra las limitaciones económicas para adquirir al reproductor y luego, del
lugar para criarlo. Aquí no llegaron campeones de 100 o 150 mil dólares como sí
lo hicieron en países vecinos.
Aquí tenían que “arreglárselas” con el caballo de buen
origen, pero de muy pobre campaña o viceversa, porque el que reunía las dos
cosas era muy caro.
Y así llego un nivel altamente calificado y en el cual 700
nacimientos al año de los cuales habían 350 con la capacidad de correr bien, se
competía de igual a igual con Argentina (8 mil nacimientos), Brasil (3500 nacimientos)
o Chile (3000 nacimientos).
Cifras irrefutables que nuestros vecinos las toman hasta el
día de hoy con asombro.
Y cuando esto sucedía,
la recaudación por el estado seguía, semana a semana, firme y segura.
Llegaron luego a sentirse los efectos de los errores
políticos y económicos del gobierno de turno, del cual la hípica pudo salir, al
comienzo indemne, pero luego sintiendo los estragos como todas las
instituciones de nuestro Perú. Aparecieron los casinos y esto significó un
grave declive para nuestro turf, pero sin embargo, pese a todo esto, se sigue
luchando hasta el día de hoy.
Este último tránsito requiere de una oxigenación o de un
cambio de sistema de recaudación para no ahogarse, la que no se logra elevando
simplemente el valor de las apuestas, algo inevitable y que simplemente sirve
para sobrevivir , debido a la misma situación económica, sino recabando
tributos porcentuales a fin de hacerlos más efectivos.
Este es más o menos, una radiografía de lo que sucede
actualmente en la hípica peruana, a la que tan solo le falta alcanzar en
mercado de los Estados Unidos.
El día que nuestros caballos coticen allá, como los
chilenos, argentinos y brasileños, la hípica será generadora de fuente de
divisas.
Lo ha sido de alguna manera, no hay que olvidar a Empery o
Creator, ganadores del Derby de Epsom y el Belmont Stake, respectivamente, uno
hijo de nuestra extraordinaria Pamplona y otro hijo de Morena, con una serie de
ejemplares salidos para EEUU y en algún momento a Colombia, hípica fatalmente
desaparecida, o Ecuador, pero aún sin encontrar la plenitud que si se ha
logrado en la competición sudamericana.
Es cuestión final, de no dejar en el colapso o con “la soga
al cuello” a una actividad que no merece por su trayectoria, que se mire con
distintos ojos a los que en realidad tiene.
LOS
DÍAS PREVIOS A MONTERRICO
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Toquemos nuevamente a Pamplona, la histórica y brillante
hija de Postín, había ganado el último clásico disputado el jueves 8 de
diciembre en el hipódromo de San Felipe, el “Jockey Club de Sao Pablo” y Simún,
el hijo de Maine y Rossaeslinda del stud Talismán, se había impuesto en la
última carrera de aquella tarde, que cerraba el querido y recordado hipódromo
de la avenida Salaverry, para dar paso al gigantesco y bien estructurado
Monterrico.
Este Simun, conducido por Javier Canessa, triunfó por ¾ de
cuerpo sobre Empire State, llegando tercero Tacama Rosé y cuarto Week End,
entre un lote de 12 competidores, y ganaba para sus propietarios el objeto de
arte correspondiente al Premio “Mariscal Oscar R. Benavides”, disputado en
honor al Presidente de la República que inauguró el Hipódromo de San Felipe en
1938.
El pupilo de Alejo Lancién, había marcado 1’10”4/5 para
recorrer los 1200 metros y poco después de la carrera los competidores con sus
jinetes saludaron a las tribunas y surgió una fuerte ovación del público que se
había quedado hasta esos momentos, para darle el último adiós al hipódromo que
desde esos momentos, estaba ingresando a la historia.
Porque así, como se sintió tristeza por lo que se dejaba,
con todos sus riquísimos recuerdos, también los aficionados limeños palpitaban
con lo que se venía. Y Monterrico no era un hipódromo más, sino un gran
hipódromo, que con el pasar de los años, ha dejado establecido fehacientemente
la visión de sus constructores y de aquellos directivos del Jockey Club del
Perú, que desde 1952, contribuyeron con la compra de sus terrenos y
posteriormente con su edificación.
UN CAMBIO MUY ESPECIAL
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Pasaron sin embargo 10 días para que Monterrico abriera sus
puertas en forma oficial (según las crónicas de la época ya funcionaban una
hilera de caballerizas y el ring de ventas puesto operativo desde 1956). Porque
no hubo reunión de carreras ni el sábado 10 ni el domingo 11, para trasladar a
la caballada y para dejar expedito el nuevo hipódromo para su perfecto
funcionamiento desde el domingo 18, que había sido la fecha elegida por el
comité directivo que presidía el Ing. Cesar A. del Río.
No era tampoco, un simple traslado de la caballada de
un lugar de Lima a otro, sino muchas
cosas nuevas que se abrían ante la llegada del nuevo hipódromo.
De la pista de césped, se pasaba a la arena, escogida por la
mayor facilidad de su mantenimiento, contra el deterioro que sufría la pista de
césped, que tenía que soportar un incesante y diario trajín.
Y de una mano de correr, se pasaba a la otra. Monterrico se
ponía a la par de la mayoría de los hipódromos de sudamericanos y
norteamericanos, y dejaba sólo al Club Hípico de Santiago.
LA
PRIMERA CARRERA
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Entonces, se cuándo se disputó la primera carrera en aquel
esperado domingo de diciembre, luego de la ceremonia de inauguración que contó
con la presencia del Dr. Manuel Prado, presidente de la República y su esposa, con
pleno sol y tribunas repletas de aficionados quienes desafiaron al entonces
“lejano” Monterrico, había muchas incógnitas por resolverse.
Fue para comenzar, una primera carrera que tenía además, un
atractivo especial, porque la disputaban varios caballos que habían tomado
parte de la última carrera de San Felipe. Y porque además, era la primera
competencia sobre la recta de los 1000 metros que San Felipe nunca tuvo.
Canillita, un alazán argentino hijo de Make Backs, fue el
favorito por los magníficos aprontes que había realizado en la nueva pista que
podía cambiarlo todo, y Royalty, un hijo de Guignol que estaba corriendo bien y
que venía siendo entrenado en Monterrico desde meses antes, lo siguió en las
cotizaciones.
E inmediatamente después, estaba Simún, el último ganador de
San Felipe con la monta del aprendiz Santiago Salinas, quien descargaba 5 kilos
y con ellos, podía aliviar al alazán para ponerlo a todo con sus peligrosos
enemigos.
WEEK
END Y SU VICTORIA
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Pero la primera carrera disputada en Monterrico, tuvo una
verdadera sorpresa. Week End, quien llevaba 49 kilos y la conducción de Luis
Carranza, Blanquita, la muy querida alazana hija de Shere Alí del stud Cristal
y Petardista, el hijo de Aretino que ya contaba con 10 años y que había quedado
último en la última carrera de San Felipe, eran los que repetían.
Week End tuvo 6480 boletos y adelantaba solamente a dos
participantes. Al citado Petardista que ya estaba en franca decadencia luego de
haber sido muy buen ganador con las sedas del stud Los 21, y al argentino
Fandanguillo.
Pues bien, fue Week End, un castaño chileno hijo de
Westerland Prince y Manodia del stud Arequipa y entrenado por Luis Soto, el que
terminó de quitarle la hazaña a Simún y lo ganó escasamente por ¾ de cuerpo y
en 58”2/5. Comandante llegaba tercero a uno, y ya más atrás, Blanquita que
dejaba quinto a Canillita.
Así se inició aquella histórica reunión , que luego la
fueron completando a través de las nueve carreras que faltaban Alata, una
Beacaire del Simplón sobre sobre Tasaura, Santiaguillo iniciando el doble de
Carlos Farmer, sobre El Marinero en la tercera, Última Hora con Alfonso
Carbonell sobre Vic en la cuarta, Don Mario con Cáceres en la sexta, Galanto
conducido por Jorge Guajardo sobre Rocky en la sétima, Romanov con Farmer sobre
Huaralino en el hándicap principal que corrieron en 1’50”4/5 para los 1800
metros, y finalmente Beduino con Oscar Berdejo en la penúltima y Librador, el
valiente Chivalric y Salanga, con Eduardo Rosales en la última.
PENSADOR
EN EL CLÁSICO
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Pero en el clásico “Mariano Ignacio Prado”, programado en la
quinta, tuvo un sabor especial, cuando Pórfido y Zephyr, los dos hijos de Cyrus
The Great argentinos, Lumen, el Leading Light del San Esteban y las yeguas
Proclama, en pareja con Zephyr defendiendo las sedas del Quaker State y
Society, entre otros, se vieron superados por un potrillo nacional que
aparentemente no tenía posibilidades.
Ese fue Pensador, el hijo de Yo Yo y Pensadora defensor del
stud El Pacífico y criado en el Santana, el que terminó superando a Pórfido, hecho
finalmente favorito, por un poco más de un cuerpo, por un poco más de un cuerpo
y estupendamente guiado por Augusto Soto y preparado por Santiago Salaverry.
Monterrico y su pista de arena, comenzaban a mostrar nuevas
figuras. Y a alentar nuevas ilusiones y posibilidades. Y así se echó andar el
nuevo hipódromo.
ALGO MÁS QUE DEBERÍAS SABER
La Cancha Meiggs: La primera cancha de carreras en el Perú fue estrenada en 1877. Por habería construido por el Ing. Enrique Meiggs, autor del ferrocarril central del Perú. Fue bautizada con su nombre y se ubicaba entre Lima y Callao, en la Legua, desfilando por su pequeña pistas notables elementos nacionales como Prince, Pompeya, Mar Bravo y Mundana. también desfilaron famosos campeones importados como Spring Time, Oro Inca Capac y Gaucho. Fue precisamente Gaucho el primer caballo argentino que hizo historia en nuestra hípica. la cancha Meiggs duró 25años. En estas pistas desfilaron jinetes de la clase de Carlos Zavala, jinete peruano que triunfo en Estados Unidos y Chile y los chilenos Cerda y Antonio Venegas y los jamaiquinos Green y D'Acosta.
Santa Beatriz: Estrenada en 1903, cuando los destinos del Jockey Club eran dirigidos por Alfredo Benavides, precisamente ese año se inicia la disputa del Derby Nacional, la máxima prueba de nuestro turf y que anualmente consagra al mejor producto de 3 años de cada generación. También se disputó por primera vez del clásico "Comercio", como recuerdo para la historia, vale mencionar que sus primeros vencedores fueron Mizpah y Huayra.
En Santa Beatriz aparecieron notables figuras. Allí escribieron historia Santiago Ferrando, José Herrera, Isaías Gonzales, Emiliano Terán, Juan Orellana y Abraham Solís. Ahí grandes campeones como los grandes encuentros entre Llano, Miss Katty, el crack Marcial, El Veronés, Mundial, Pancho, El Soldado, Trujillo y Hurón y los nacionales Febo, La Beata, Tondero, Fiorina, Irlandés, Misterio, Golpe, Primorosa y Lucifer.
Surgió entonces San Felipe. Se inauguró el 4 de diciembre de 1938 con una reunión de gala, siendo ganada la primera carrera por Dantesco con la conducción de Enrique Canales. la prueba principal fue obtenida por Botafango, llevado por José Bravo.
Por San Felipe desfilaron también grandes campeones como Aretino, Postín, A.G.Lucho; Harvest Moon;
muchos otros.
También debemos destacar al recordado Segundo Saravia, pues fue el profesional que pasó por los tres hipódromos, primero como jinete en la Cancha Meiggs y Santa Beatríz y luego como preparador en los inicios de Monterrico.
Otra anécdota más, que si bien para la historia de nuestro turf el primer ganador de Monterrico, tal como lo relatamos en esta crónica, fue Week End, el nombre de Yataco tiene que figurar en el primer plano. Y es que este hijo de Yo Yo, en la que bien pudo decirse "la primera carrera no oficial" en la flamante arena del nuevo hipódromo conducido por Enrique Vásquez, aventajando estrechamente a Islay. Y es que aquella vez días previos a la inauguración, se probó por primera vez la pista de arena contando con la colaboración de los preparadores, salieron a la cancha 8 ejemplares. Sus jinetes lucían sus atuendos de carrera. Enrique Vásquez con Yacato, las sedas del stud Orrantia; Y el aprendiz Córdoba con Islay con los colores de "Los 4", salieron galopando para hacerlos apurar en los últimos 500 metros, ganando el hijo de Yo Yo. Enseguida salieron Yanacón, Matón, Le Chat, Sulky y Bromista.
Tenemos mucha historia, digna de sentirnos más que orgullosos de nuestro turf. ¡QUE VIVA EL JOCKEY CLUB DEL PERÚ! ¡QUE VIVA EL HIPÓDROMO DE MONTERRICO!
EL
VÍDEO DE LOS DÍAS PREVIOS A MONTERRICO
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* Fotos 8 y 13 Cortesía Revista Caretas.